jueves, 12 de marzo de 2009

¿POR QUÉ SE NOS HACE TEDIOSO ORAR?

Con frecuencia nos cuesta mucho hacer la oración. ¿Pero nos hemos parado a pensar donde radica esta dificultad? No sabemos orar porque nunca nos hemos aplicado en serio a conseguirlo. Nos falta dominio sobre nosotros mismos.

No dominamos nuestra imaginación: una cascada de ideas, de imágenes que se suceden en cadena, sin orden aparente ligadas unas a otras por ínfimos detalles…El 99 % de las evasiones en la oración nos las causan las preocupaciones terrenas…Nos afanamos en muchas cosas… y sólo una es necesaria. Las preocupaciones de la vida van desconectándonos de Dios. Y aislados del ambiente de Dios es imposible psíquicamente la oración.

Dios es para nosotros un ser vago, irreal, fuera de nuestra vida o al margen de ella. Por eso la oración nos aburre, nos parece algo artificial. La carne es aburrimiento de lo divino. Dios cansa y aburre porque no es objeto de nuestro entendimiento en este mundo.

El aburrimiento, la desgana, el desánimo…es el demonio más eficaz para derribar torres de entrega Cristo. La experiencia nos dice que gigantes de la vida espiritual han caído por este demonio. Y en esto está la base de que muchos cristianos se relajen.

Como conclusión: Si queremos poder orar tenemos que cambiar. ¿Qué nos lo impide? ¿La pereza mental? ¿La ligereza? ¿La falta de mortificación?

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